Ante todo, es indispensable comprender que la definición de “moda de lujo” no es la misma que hace tan solo 20 años, por lo tanto el producto en sí y las estrategias de branding tienen que ser cada vez más innovadoras de cara al presente y al futuro de las mismas. Sin embargo, la mejor manera para lograr el éxito de una nueva marca es presentarla como haríamos con una de gran trayectoria.
En la actualidad, se estima que la industria global de la moda de lujo, per sé (es decir, sin incluir todo el universo de marcas que no califican como tal) vale alrededor de US$ 130 billones. Este sector es uno de los pocos que han contribuido consistentemente a la economía mundial, con un crecimiento anual de 20%.
En este escenario se debe definir cuáles van a ser las cualidades que vamos a incorporar para que el nuestro califique como “producto de lujo” y quien es su consumidor. Se trata de un comprador muy particular, quien no reevalúa la compra después de haberla realizado ya que, en realidad, el significado de la prenda va más allá de su funcionalidad. Incluye beneficios simbólicos y abstractos, por lo que la decisión se basa en el rol del producto en la vida del usuario y la satisfacción que éste le provee. Dado que el rol simbólico del producto de lujo es atemporal, cualquier valoración posterior de la inversión es, en realidad, irrelevante.
Giulia Sammarco,
Docente del programa Gestión y comunicación de empresas de moda.
Transforma tu negocio con nuestro programa en Gestión y comunicación de empresas de moda.
Conoce la propuesta innovadora de nuestro programa en «Gestión y Comunicación de empresas de Moda» en asociación con ISEM Fashion Business School