Stefano Pilati es el primer diseñador invitado de Friends of Fendi

por podium

Stefano Pilati es el primer diseñador invitado de Friends of Fendi, el proyecto de la casa italiana que invita a otros creativos a reinterpretar sus códigos.

Entre amigos: en la primera edición del proyecto Friends of Fendi –impulsado por Kim Jones y Silvia Venturini Fendi–, el diseñador invitado Stefano Pilati ejercita una elegancia suspendida en el tiempo que trasciende modas y clichés.

El aire andrógino y deliberadamente ambiguo de Charlotte Rampling en El portero de noche (1974). El desinhibido encanto de Florinda Bolkan en El sentido del pudor (1976). La elegancia burguesa de la atormentada Monica Vitti en El desierto rojo (1964). Múltiples atmósferas que reflejan un estilo antilineal, salpicado de cortocircuitos temporales, evocador de una gran riqueza de sugerencias, más allá de los géneros y de las divisiones binarias. Esta es la impresión que transmiten a primera vista los looks de la colección cápsula diseñada por Stefano Pilati para Fendi. El diseñador milanés –que fundó en 2017 la marca Random Identities y que cuenta con más de treinta años de experiencia en la industria, de Armani a Yves Saint Laurent, de Prada a Zegna– es el invitado especial con el que se inaugura Friends of Fendi, la nueva serie de proyectos y colecciones en colaboración con otros creadores que ha impulsado Kim Jones, director creativo de la línea femenina de la firma italiana, con el respaldo de Silvia Venturini Fendi.

“Stefano es uno de los diseñadores que más admiro”, le dedica Jones. “Me encanta su trabajo y lo considero una de mis grandes fuentes de inspiración. Además, responde plenamente a la filosofía de Friends of Fendi: es un amigo y un diseñador que encarna a la perfección el espíritu de hoy; mira hacia el futuro, plantea preguntas y aporta soluciones. Silvia siempre había querido trabajar con él, así que con esta colección ambos cumplimos un deseo”. Para Pilati, “cuando Kim me hizo esta invitación y me dio carta blanca, me sentí muy honrado”, confiesa. “Kim y Silvia me propusieron un reto atractivo: explorar el mundo Fendi a través de mi lente”.

 

Ese fue el punto de partida de la primera edición de Friends of Fendi, una colección de 42 looks –nueve de hombre y 33 de mujer– pensados para mezclarse y combinarse libremente, más allá de géneros y categorías. “Con su marca Random Identities, Stefano ha formulado una forma de vestirse y desvestirse que siempre me ha parecido muy interesante: yo mismo llevo su ropa”, prosigue Jones.

 

“Así que partimos de estas premisas y las ‘Fendilizamos’, fusionando ese chic fácil y subversivo, que siempre ha formado parte de los códigos de Fendi, con un nuevo enfoque, alejado de cualquier estereotipo”. Además de este nuevo giro ideológico por el cual vestirse significa crearse una identidad propia y personal, la propuesta fusiona a la perfección la idiosincrasia de dos ciudades: la milanesa –sobria y silenciosa– de Pilati y la típicamente romana que nutre la etiqueta con la doble F. “Creo que la moda –continúa Pilati– siempre se ve profundamente influida por su contexto. Roma es soleada, Milán no tanto. Roma es una ciudad decadente y sublime que custodia el pasado de la humanidad, pero lo hace con cierta ligereza. Esta colección nace en gran parte de mi reflexión sobre las ‘luces’ romanas, de las que nacen algunos de los colores de estos trajes, como el amarillo imperio, un tono de rojo muy particular, entre cardenal y magenta, y el verde ‘Roma’, un tono insólito entre el pino y la salvia”.

 

Si los colores son los de la Ciudad Eterna, las líneas de Pilati –gran maestro del corte– combinan el rigor y la construcción de la sastrería masculina con la suavidad y las curvas de la alta costura. Entre vestidos lenceros de flapper, blusas con transparencias y los imprescindibles minivestidos negros, Pilati ha redactado una especie de himno a la libertad basado en la contaminación cruzada y que materializa en blusas ultrafemeninas de escote halter, asociadas con americanas de aire severo y pantalones acabados a modo de calzoncillos bóxer que, sugiere Pilati, “traen a la memoria ciertos detalles de la ropa hiphop”.

 

El resultado, garante de mezclas inéditas, atraviesa temporalidades dispares y se sitúa idealmente entre el nomadismo sexual característico de la contemporaneidad y ciertas alusiones a la década favorita de Pilati: los años veinte. Esa época en la que, como escribió Irene Brin, atenta observadora del vestir, “un grueso collar de perlas japonesas, una flor inesperada en el hombro, un pañuelo de gasa atado a la muñeca o un triángulo de seda anudado sobre una chaqueta deportiva constituían los únicos adornos que se permitían las mujeres que juraban querer emanciparse de los sombreros. Temporada tras temporada se enamoraban de su libertad”.

 

Era la época en que la poeta y fotógrafa suiza Annemarie Schwarzenbach, a quien la también fotógrafa Marianne Breslauer retrató y describió como “una extraña mezcla de hombre y mujer, no un ser vivo sino una obra de arte”, se había convertido en el referente involuntario para infinidad de chicas. No hay que olvidar que también fue la época del éxito de La Garçonne (1922), el escandaloso libro superventas de Victor Margueritte que devoraron con entusiasmo miles de mujeres fascinadas por las aventuras de Monique Lerbier, una chica de clase media alta y estudiante de la Sorbona que le roba a los hombres no solo la chaqueta y la corbata, sino también los pantalones.

 

Se nota que Pilati realizó esta colección con estas imágenes en mente. “Los años veinte fueron los años del cuestionamiento del género, de la difusión del psicoanálisis, de la Bauhaus”, dice. “En aquella época, la moda estaba al servicio de las costumbres. La ropa reflejaba entonces un discurso social. Hoy, aunque eso ya no esté, he querido releer su imaginario. Reconectando en cierto modo con la visión de Random Identities, he querido traducir las actitudes de aquel extraordinario momento histórico en un estudio de formas hechas para la clase humilde y detalles que aluden a una nueva libertad”.

 

Todos estos indicios buscan enlazar de nuevo, en algún punto, con el estilo que recorre Fendi. El ejercicio de Pilati abarca desde la “relectura” de los bolsos icónicos de la marca, como el Baguette o el Peekaboo, hasta su visión del logotipo con la doble F, elemento que el diseñador, a años luz del exhibicionismo, interpreta de forma innovadora y discreta hasta transformarlo en una especie de textura, como se aprecia en ciertas blusas y abrigos que evocan el ambiente burgués de películas como Confidencias (1974), de Luchino Visconti. Con reminiscencias del filme, donde la gran Silvana Mangano –en el papel de la fría, calculadora y elegantísima marquesa Bianca Brumonti– luce una blusa de rayas verticales de precisión arquitectónica y una impecable gabardina con un suntuoso cuello de piel de Fendi, Pilati parece querer recuperar –y revolucionar– la historia de una elegancia olvidada que trasciende el tiempo y los clichés.

 

Publicado Originalmente por : VOGUE 

 

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