Si bien esta colección fue claramente de Prada, la influencia de Raf fue innegable. Un diálogo entre los dos creativos que la oferta de las mujeres representó una miríada de posibilidades y el comienzo de lo que vendrá.
Líneas limpias, declaraciones gráficas y la exploración de la noción de uniforme y las formas en que se puede interpretar. Las prendas son sobrias, refinadas, enfocadas, sin adornos superfluos: tops de concha, pantalones rectos, abrigos en re-nylon industrial, confeccionados con técnicas de alta costura, trajes ejecutados en vellón.
Las obras de arte fueron creadas por Peter de Potter, un colaborador de Raf Simons desde hace mucho tiempo. Exploran ideas de pensamiento y proceso, volviendo, de nuevo, a la relación entre la información, la tecnología y la humanidad, pero también, más ampliamente, del pensamiento mismo como primero un monólogo interno, luego un diálogo externo, otro intercambio de ideas. Estos estampados se utilizan como formas gráficas de contraste.
El desfile de moda virtual adopta la tecnología; algo en lo que hemos llegado a confiar en la situación actual. Una ráfaga de cámaras siguió a cada uno de los modelos, capturándolos desde todos los ángulos. La tecnología aparece como candelabros de monitores y cámaras – decoración y uso combinados – animados en un ballet dinámico con figuras que pasan.
El espectáculo concluyó con una sesión de preguntas y respuestas en vivo con ambos diseñadores que se transmitió a través de las plataformas digitales de la marca.
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