«Vibes» (vibraciones) es el nombre de esta colección de prêt-à-porter femenino para primavera-verano 2024, presentada en el centro de Milán, en el pequeño teatro del sótano del histórico palacio de la Via Borgonuovo, en el número 21, donde Giorgio Armani organizó sus primeros desfiles. El espacio era tan reducido que se necesitaron nada menos que tres sesiones para acoger a todos los invitados, compradores, periodistas y celebridades, entre las que se encontraban las actrices Juliette Binoche y Cate Blanchett.
«Por una vez, no hay beige», bromeó el capo de la moda italiana, que ha hecho de este tono la firma de la mayoría de sus colecciones a lo largo de los años.
«Vibrations implica color y movimiento. Es como una estructura que evoluciona sobre el cuerpo. Eso es lo que me inspiró», explicó a un grupo de periodistas.
Empezando con una serie de looks más neutros, que combinaban el gris clásico con el bronce dorado en elegantes conjuntos de chaqueta y pantalón, Giorgio Armani introdujo gradualmente el color en tonos acuáticos (azul y verde), sumergiéndose en un negro profundo y brillante antes de iluminar sus prendas de todas las formas posibles.
El diseñador prefiere los tejidos brillantes, como el satén, el shantung, la seda o una especie de cuero-lúrex. Luego, como un mago con su varita mágica, hace brillar todo lo que toca. Los tops son iridiscentes o están salpicados de pedrería. Un bolero está completamente bordado con piedras preciosas. Túnicas y vestidos largos de gasa azul brillan como una noche estrellada. Otro está salpicado de ramilletes plateados con flecos, como anémonas de mar.
Los sarongs transparentes y las faldas largas de tul con incrustaciones de cristales se colocan delicadamente sobre los pantalones. Los pantalones son la pieza estrella de esta colección. Fruncidos, ligeramente redondeados a los lados, se llevan rectos con botines planos con cordones, casi siempre de satén brillante.
Las transparencias, el tul vaporoso, ciertas construcciones a base de bandas onduladas y, sobre todo, los largos flecos de pedrería reforzaban la idea de movimiento, al igual que la luz, que cambiaba constantemente sobre unos trajes centelleantes. Hacia el final del desfile, la colección se iluminó con deslumbrantes conjuntos blancos y un delicado rosa.
Pero esta explosión de luz es siempre la justa. En Giorgio Armani no hay brillo ostentoso. Más bien, una búsqueda constante de cierta elegancia susurrada, casi natural. El diseñador observa con indisimulado placer la moda actual del llamado lujo tranquilo.
«He visto mucha normalidad e investigación en las pasarelas. Lo que vemos hoy en la moda y en las pasarelas me hace pensar que por fin la gente ha entendido lo que llevo proclamando desde hace años», afirmó.
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