En el sector novias, las diseñadoras están creando vestidos que se puedan usar más de una vez

por podium

Comprar un vestido de novia suele suponer el desembolso de un sueldo medio español. Metros y metros de tejido que, además, ocupan un espacio precioso en los pisos actuales, por definición de dimensiones insuficientes. Hacerse con una prenda para ponérsela solo una vez en la vida tampoco armoniza con ninguna ordenanza de sostenibilidad. Quizá por todo ello, –ahorro, practicidad y conciencia– crece el número de novias que busca un vestido de boda que después pueda reutilizar. Un movimiento que, como tantos otros, no es solo resultado de la pandemia: “Se reafirma y se acelera la tendencia, pero no es nueva”, comparte la diseñadora Cristina Piña“antes ya había muchas novias que buscaban algo que pudieran reusar después”. Ya a finales de 2019 Pinterest registraba un aumento en las búsquedas de bodas con pocos residuos (235%) y de vestidos de segunda mano (41%). Porque, como en el armario cotidiano, la opción del alquiler también gana fuerza (el mercado global de segunda mano en 2019 ya alcanzaba el valor de 1.070 millones de dólares).

Un recurso sencillo es combinar un vestido minimalista de corte lencero, como este de Cristina Piña, con capas en las que se introduce los elementos de fantasía.

Las que prefieren exprimir su vestido buscan la versatilidad, algo que también ayuda en la situación actual por una simple cuestión práctica. Una prenda variable se podrá adaptar a un más que probable cambio en el calendario que dependerá de la evolución de la pandemia en cada región: “Igual te ibas a casar en junio y luego es diciembre, pero al final lo tienes que trasladar a primavera. Así que es importante que el vestido se pueda adaptar de alguna manera dependiendo de la estación”, añade Piña. Los recursos creativos para conseguirlo son los mismos que las firmas utilizan para ofrecer piezas que después puedan ser usadas en situaciones más frecuentes.

 

Una falda y una blusa, como estas de Cortana, siempre serán reutilizables para nuevas ocasiones.

Sí existen una serie de requisitos que conviene tener en cuenta si se quiere un vestido que tenga nuevas salidas después del ‘sí quiero’. Lo más común es teñirlo de cualquier otro color que no sea el blanco tradicional. En Cortana ponen directamente en contacto a sus novias con un tintorero; aunque, advierte su diseñadora Rosa Esteva, “no todos los tejidos pueden teñirse”. Cristina Piña aconseja invertir en una buena materia prima: “Si inviertes en un tejido de calidad, en una seda, siempre seguirá siendo bueno”. Los tejidos naturales, además, se teñirán mejor. “Cada tejido coge el tinte de distinta manera y en un modelo de fantasía, con muchas telas diferentes, el resultado será tonos desiguales”.

Los vestidos con corte a la cintura (en la imagen, uno de Rixo) son fáciles de desmontar para añadirles una parte de arriba más práctica.

Importa también el diseño, que siempre será más duradero si se trata de uno atemporal, dice Esteva, “nuestra propuesta de vestido de novia no es muy ruidosa, así que perdura en el tiempo”. Pero cuando se tiene la expectativa de transformarlo después para otro tipo de citas, no usarlo directamente, el patrón es fundamental. En el atelier madrileño de Piña apuestan en este caso por varias piezas, ya sea falda o pantalón y una blusa o un par de vestidos superpuestos. Por ejemplo, un lencero con una capa transparente colocada por encima. “El lencero se puede usar como combinación para la boda y después como un vestido veraniego”.

En esta línea de piezas que se pueden reaprovechar se enmarcan los últimos lanzamientos de vestidos prêt-à-porter de firmas como Rixo o Sessùn, y las españolas Inés Martín Alcalde o Laura Viera.

Una de las apuestas de la línea nupcial de Sessùn: un dos piezas de falda corta y top lencero que podrán volver a usarse por separado después.

Si por el contrario se quiere lucir un vestido, que después se pueda convertir, hay que valorar algunas condiciones, recomienda Piña: “Vestidos con corte a la cintura son mucho más fáciles para después transformar en otra cosa. Si llevas un corte a la cintura siempre puedes quitar esa pieza y mover la parte de arriba, que generalmente es lo que más se suele cambiar”. La experta aconseja fijarse también en las mangas, porque añadirle una a un modelo veraniego puede ser la vía más directa para exprimirlo después. “Conviene evitar aquellos en los que no se puede aplicar una manga, como por ejemplo los de sisa enorme que han estado muy de moda con la tendencia minimal”. Cortar la cola es muy habitual y, el largo, mejor poco a poco: “Primero puedes llevarlo largo, después midi y después más corto”. Al final se trata de hacer eso que era tan frecuente hace solo un par de generaciones, aprovechar al máximo un vestido especial, confeccionado en materiales de alta calidad. “Con imaginación se puede hacer de todo”, añade Esteva.

Fue publicada originalmente en
S Moda
Por
Patricia Rodríguez

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