Hablemos de esta festividad mexicana que toma mil y una formas tanto dentro como fuera de sus fronteras.
¿Hay vida después de la muerte? Las posibles respuestas a esta pregunta se reducen, a grosso modo, a dos opiniones: sí y no. Mientras que para algunos la muerte es el fin de su vida en la Tierra, para otros no es más que otro comienzo, algo que una fecha como el Día de Muertos logra enmarcar muy bien, festividad que se extiende a lo largo y ancho de México y que toma mil y una formas tanto dentro como fuera de sus fronteras.
¿Qué significa el Día de Muertos?
Empecemos por responder de dónde viene. De acuerdo a distintos historiadores, es imposible determinar la fecha exacta en que nació el Día de Muertos mexicano, pues de trata de una festividad compartida por culturas como la azteca, la zapoteca, los purépechas y los totonacas, por nombrar solo algunas. No obstante, se estima que el ritual celebratorio tiene unos 3,000 años de antigüedad. Si hablamos en concreto del ritual azteca, se trataba de un festejo en honor a Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, el señor y la señora del Mictlán, inframundo divido en 9 regiones que se corresponderían con las distintas pruebas que el ‘muerto’ tiene que pasar en su camino al más allá, dependiendo de cómo haya sido en vida, así como de las faltas que cometió mientras aún pisaba la tierra. Estas figuras mutaron más adelante hasta transformarse en la famosa Catrina que conocemos hoy.
La celebración perseveró pese a la conquista europea que se extendió por el continente americano. En el caso particular de México, la violencia de este periodo histórico obligó a sus habitantes originarios a tratar de mantener a toda costa sus costumbres y tradiciones.
Las civilizaciones de esta parte del mundo no solo se vieron mermadas por las nuevas enfermedades traídas por los europeos, sino que, a nivel psicológico, la población más anciana sufrió especialmente, abatida por tener que cambiar de religión y abandonar sus creencias de toda la vida. Fue así como algunas familias comenzaron a resguardar santos en sus casas con espacios especiales reservados para ellos, como pequeñas muestras de gratitud a lo que los españoles llamaban sus ‘antiguos dioses’, o ‘deidades paganas’. Dada la resistencia a adoptar la nueva religión, algunos sacerdotes decidieron unir algunas de las celebraciones autóctonas con las de la iglesia católica, logrando con ello que el Día de Muertos se integrase con las fiestas religiosas del día de Todos los Santos y el de los Difuntos (el 1 y el 2 de noviembre, respectivamente). Solo de este modo, estas antiguas creencias, mezcladas con las nuevas, lograron sobrevivir hasta nuestros días.
En la frontera con Estados Unidos, también se observa una fusión de las tradiciones mexicanas de Día de Muertos con las de Halloween o Noche de Brujas, celebradas el 31 de octubre.
¿Por qué se celebra la muerte en México?
Aunque para muchos la idea puede sonar de lo más tétrica, lo cierto es que en este país adquiere muchos y coloridos matices. De acuerdo al Diccionario de Símbolos de Jean Chevalier, “La muerte tiene, en efecto, varias significaciones. Liberadora de las penas y las preocupaciones, no es un fin en sí misma; abre el acceso al reino del espíritu, a la vida verdadera: mors janua vitae (la muerte, puerta de la vida). En sentido esotérico, simboliza el cambio profundo que sufre el hombre por efecto de la iniciación. El profano debe morir para renacer a la vida superior que confiere la iniciación. Si no muere en su estado de imperfección, se le veda todo progreso iniciático». La vida y la muerte vistas desde un punto cosmogónico son ciclos que marcan fines e inicios, por lo que no es de extrañar que en el caso de México este sea visto como una fiesta, pues no es un adiós, sino un ‘hasta luego’.
Es por eso que con gran devoción, poco antes de que acabe octubre, un gran número de hogares en México separan una mesa o un mueble pequeño para poner un altar de muertos que incluye fotos de aquellos que han traspasado el umbral de la muerte, demostrándoles que tanto en sus hogares como en sus corazones continúan siendo recordados –algo que se extiende a los primeros días de noviembre–. Ponen el tradicional pan de muerto, dulces, papel picado de distintos colores, frutas, calaveritas de azúcar, agua –pues se sospecha que el muerto ha recorrido un largo camino– y flores cempasúchil y otras en tonos púrpura conocida como moco de pavo o manta de candela. A ser posible, añaden lo que más le gustaba a la persona en vida y por supuesto velas para alumbrar el camino. Como toque final, papel de seda, que normalmente oscila entre los naranjas, morados y negros.
¿Cómo se celebra el Día de Muertos en México hoy en día?
Las personas se preparan con semanas de antelación para celebrar el Día de Muertos. En algunos lugares, se acude al cementerio durante los primeros días de noviembre, para dejar flores, construir altares y visitar a los familiares cercanos. En otros lados, se celebra un gran desfile, como el que tiene lugar en la Ciudad de México.
En 2008, el Día de Muertos fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y aunque esta tradición también se celebra en algunas partes de centroamérica y Estados Unidos, no cabe duda que es un festejo que distingue al territorio mexicano.
Cada familia hace un pequeño (o gran) altar de muertos en su casa, reza un rosario o incluso acude a una misa en memoria de los difuntos. Otros solo prenden velas, recuerdan en silencio a sus seres queridos y esperan a que caiga la noche para que las personas fallecidas los visiten.
Una de las tradiciones que llega tanto a los hogares mexicanos como a los cementerios es la de las calaveritas inspiradas en la Catrina, una figura cargada de historias que se extienden desde la cultura mixteca hasta a los murales de Diego Rivera y que hoy por hoy es uno de los dulces y disfraces más populares entre pequeños y mayores.
En el caso de la capital mexicana, las calles principales se llenan de fiesta y disfraces en el multitudinario desfile de ‘las catrinas’. El Paseo de la Reforma se alfombra de flores amarillas en honor a los muertos, espectáculo que maravilla a quienes visitan la ciudad en esta época del año.
Otros estados y poblados tienen tradiciones propias que los hacen destacar no solo nacional sino internacionalmente. San Andrés Míxquic, en la alcaldía de Tláhuac, en la Ciudad de México, se distingue por sus coloridos adornos, la verbena popular en las calles, sus chinampas y tumbas, también decoradas con flores y ofrendas.
Janitzio, Michoacán, pueblo de origen purépecha, es reconocido como uno de los mejores lugares para celebrar el Día de Muertos. Los habitantes de esta localidad hacen una procesión al cementerio para convivir con las tumbas de sus muertos, que adornan con servilletas bordadas y ofrendas con los festines favoritos de sus difuntos.
Se dice que las almas que vuelven vuelan como mariposas (y se reflejan en las ondas del agua) sobre el lago de Pátzcuaro hasta llegar a la isla de Janitzio. También se cuenta que debajo del lago de Pátzcuaro hay un tesoro y que, el 1 de noviembre, sus guardianes se ven como sombras sobre el lago.
Quizás una de las tradiciones más peculiares es la de Pomuch, Campeche: 1 y 2 de noviembre, sus habitantes conmemoran el Día de Muertos acudiendo a las tumbas de sus difuntos a lavar sus huesos. Este pueblo de tradiciones mayas tiene la creencia de que, si no lavan los huesos, el difunto rondará el pueblo y no descansará en paz.
Oaxaca también es famosa por su fiesta del Día de Muertos. Las tradicionales ofrendas y visitas a los panteones que se ven en todo el país se conjugan con las costumbres particulares de Oaxaca. Entre estas, se encuentran las comparsas nocturnas con bandas musicales de la región, cuetes y toritos. Los habitantes donan parte de sus ofrendas a estas comparsas.
Otra de las tradiciones características de la región es ir casa por casa entregando parte de su ofrenda a familiares, vecinos y amigos, después ir al panteón a visitar a los difuntos. Esta tradición es conocida como «llevar los muertos«.
Hay algo distinto en el aire en esos días: no es la nostalgia por lo que se han ido, sino la alegría de revivir algunos de los mejores recuerdos junto a ellos a través de altares, música folclórica y rituales. Tal vez vuelva a la mente alguna vivencia de esta fecha a su lado, junto con la alegría de seguir con esta bella tradición del Día de Muertos, uno de los componentes más importantes de la cultura mexicana.
Publicado Originalmente por : VOGUE