La rosácea es un trastorno cutáneo persistente que causa enrojecimiento, granitos y vasos sanguíneos perceptibles. Aunque no hay una causa concreta, te contamos cómo tratarla de manera natural y desde dentro.
La rosácea es una condición crónica de la piel que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por la presencia de enrojecimiento, inflamación y brotes de granos en la piel, especialmente en la cara. La causa exacta de la rosácea aún no se conoce, pero se sabe que varios factores, incluyendo la genética, la exposición al sol y el estrés emocional.
Gracias al interés creciente sobre la relación microbiota-piel se ha descubierto que a las personas que sufren rosácea les faltan bacterias “amigas” y tienen un exceso de bacterias menos “amigables”. Es importante cuidar la microbiota intestinal. De hecho, muchos pacientes con rosácea tienen síntomas digestivos como dispepsia, hinchazón, flatulencia, estreñimiento, diarrea y meteorismo.
Alimenta a tus bacterias amigas: come verduras y hortalizas, toma semillas y frutos secos, cocina los tubérculos y déjalos enfriar para formar almidón resistente. Todas estas fibras alimentan a nuestras bacterias amigas.
Haz crecer tu población bacteriana: puedes aumentar tus bacterias con la toma regular de fermentados como pueden ser kéfir de agua, kombucha, pickles, kimchi, chucrut… En concreto para la piel las cepas más conocidas son Lactobacillus Rhamnosus, Bifidobacterium lactis, Bifidobacterim longum y el Lactobacillus casei, que puedes también tomar en suplemento.
Evita productos cosméticos con sustancias que puedan provocar una limpieza agresiva. Utiliza productos que provoquen un equilibrio natural en tu microbiota cutánea. También es interesante permitir que nuestra piel limpia esté en contacto con aire de buen contenido en oxígeno como en la naturaleza.
Gestiona tu estrés saludablemente: el estrés es un desencadenante primordial para la disbiosis intestinal y de la piel. Aprender a gestionarlo es un gran hábito para nuestra salud microbiana.
Haz un uso racional de los antibióticos: pueden empeorar los síntomas o en algunos casos mejorarlos momentáneamente al disminuir la microbiota patógena de la piel. Es imprescindible que utilicemos los antibióticos con extrema precaución y que sea por un diagnóstico médico de infección bacteriana (no vírica).
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