“Rangel”: un viaje entre memoria, color y cultura

Por Gonzalo Frech

por podium

Desde su natal Yaracuy hasta los desiertos de Paracas, “Rangel” ha convertido su tránsito por distintas geografías en la esencia misma de su arte. Cada viaje, cada encuentro con nuevas culturas, se traduce en colores vibrantes y formas que rinden homenaje a su historia personal y a las raíces que lo han marcado. Su obra, una fusión entre lo popular y lo contemporáneo, no solo explora la identidad y la memoria, sino que también resignifica íconos ancestrales en un diálogo constante con la modernidad. En esta conversación con Podium Latinoamérica, el artista nos sumerge en su universo creativo, en el que el concepto único y creativo de la ‘Neo Chicha’ se convierte en el lenguaje con el que da vida a sus experiencias y en el que la migración, la tradición y la experimentación confluyen en un mismo lienzo. A continuación, todo lo que nos confesó:

Tu arte parece un viaje constante entre recuerdos, lugares y emociones. ¿Cómo influye tu tránsito entre países y culturas en la construcción de tus obras?

Por lo general, selecciono culturas que llaman mi atención debido a su antigüedad o rasgos iconográficos y voy a vivir a eso lugares para conocer a su gente, sus tradiciones, costumbres y así poder reapropiarme de iconografías, de tal modo que puedo traerlos a la pintura contemporánea.

Rangel afirma que su trabajo es un homenaje a las mujeres en su vida, al cual representa con la Venus contemporánea. “Esta serie es la reapropiación del ícono prehispánico más importante de Venezuela: ‘Las Venus de Tacarigua’ o ‘Las damas de Tacarigua’, pertenecientes a la cultura Valencoide. Para los habitantes indígenas, esta figurilla representaba la mujer, la fertilidad, y la abundancia. En esta oportunidad, yo la represento cómo un elemento icónico para expresar la migración de los pueblos y la integración de culturas en el contexto social y moderno que me rodea”, señala.

En tus piezas, hay una fusión entre lo popular y lo contemporáneo. ¿Cómo definirías tu estilo y qué rol juega la ‘Neo Chicha’ en tu identidad artística?

‘Neo chicha’ es el nombre que le doy a mi lengua plástico o visual, la llamo así ya que la chicha es una bebida típica del continente, que se basa en la mezcla de frutas y cereales, por ejemplo, en Venezuela está la chicha de arroz con clavos de olor y canela, en Colombia hay chicha de piña, acá en Perú, la chicha de maíz morado; y mi trabajo es eso, es una mezcla de costumbres, de razas, de tradiciones, de formas y colores, por eso es Neo Chicha.

Con respecto a su trayectoria, Rangel ha estado marcado por exposiciones en diversos países, tales como su natal Venezuela, Perú y México. “A mis 29 años de edad he tenido alrededor de 21 exposiciones colectivas y 5 exposiciones individuales, y la diferencia de Venezuela a el resto de países es que ahí fueron mis inicios, sin embargo, tuve muy buena recepción y participé en varias exposiciones colectivas y bienales en Europa. Mi trabajo tuvo muy buena acogida e incluso en Polinia, gané una bienal internacional de arte en 2012.  Mis últimos años han sido entre México y Perú, donde se han dado mis exposiciones individuales, y también he tenido una recepción muy grata y exitosa”, comenta.

En tu última serie de obras, como Volando entre las nubes y Seres volando, hay una evidente exploración del movimiento y la libertad. ¿Cuál fue la inspiración detrás de estas piezas?

Estas obras están inspiradas en la cultura Paracas, que me cautivó por sus iconografías de seres volando, al punto que decidí ir a vivir a Paracas, allá armé mi taller por varios meses. Durante mi estadía en la localidad, pude visitar su desierto; una de mis visitas a este fue en bicicleta, donde llegué a estar unos 10 kilómetros desierto adentro. Ya cansado y bajándome de la bici, esta fue arrastrada por el fuerte viento, ahí pude entender el que el viento de Paracas era el dios de esta cultura, ese ser que todo lo cambia y todo lo transforma, que puede hacer del desierto un ser vivo donde sus montañas hasta puede cambiar de formas.

Rangel ha vivido experiencias que van desde mostrar su trabajo en el suelo hasta exponer en importantes galerías. “Mi mayor aprendizaje es ser disciplinado y constante en lo que amo, siempre confío en Dios, y creo que, si le eres fiel al arte, este te recompensa”, puntualiza.

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